sábado, 10 de noviembre de 2012

2. Primavera y cosas que se alteran



La fecha real de esta entrada es el sábado 3 de Octubre de 2012

Por fin es primavera en Montevideo. La lluvia que me dio la bienvenida a Uruguay se ha pasado casi una semana entera de celebraciones, pero finalmente se ha marchado para dejarnos un sol que se intuye poco misericordioso en los meses venideros.

Estos primeros días los he pasado en el vértigo propio del descubrimiento y la sorpresa. Hay que matizar que vértigo puede sonar algo exagerado para una ciudad tan tranquila y que la sorpresa no es tanta si tenemos en cuenta mi anterior viaje al Cono Sur y lo mucho que he investigado antes de venir. En cualquier caso la emoción es grande y los descubrimientos casi siempre bonitos.


Me gusta el carácter uruguayo. Es pacífico, cordial y respetuoso como su tráfico, su vida nocturna, el funcionariado y adivino que otras tantas muchas cosas. De hecho la capital tiene una atmósfera un poco de pueblo, con lo bueno y lo malo que eso puede traer consigo. Ahora mientras escribo son las diez de la noche, estoy en el balcón de mi cuarto con vistas al río y veo como en la acera de enfrente un grupo de vecinos ha sacado las sillas a la acera para disfrutar de la brisa rioplatense. ¿Verdad que es una escena familiar?

Sí, finalmente he encontrado una habitación que quizás no tenga que abandonar en los próximos meses. Está en la primera planta, que no el bajo, de la casa donde me instalé al principio. No hay obras y el gato casi nunca baja. Es una casa antigua con aire a casa de la abuela. Los techos suben hasta los cuatro metros y los suelos de las habitaciones son de madera, los de los pasillos y cocina de mosaico. No llega a mansión pero es ciertamente grande y por la noche un tanto tenebrosa. Hay cuadros antiguos con los próceres de la patria, un tapiz alegórico de varios metros en el pasillo y un par de habitaciones llenas de muebles, retratos y chismes varios de otras épocas. Mi habitación se encuentra al final del pasillo y tiene un mobiliario realmente escueto: cama, escritorio, una silla y un pequeño armario. Suficiente. Los compañeros que me tocan abajo son también bastante interesantes.

Primero esta Claude. Un francés que ha pasado la cuarentena con holgura y aparte de ser compositor de "música concreta" es afinador de pianos y trabaja en la remodelación del piso de arriba. Hace años que su calva pasó de incipiente y los pelos de los lados de su cabeza son rizados y abundantes. Es menudito y se mueve con cierta histrionidad clown. Casi no habla español pero pone cara de entenderte cuando le hablas. Cobra por horas el trabajo que hace arriba y ahora está lijando las maderas de las puertas y ventanas. Lo hace manualmente y con el cariño propio de un luthier. Me levanto por la mañana y lo veo con su papel de lija concentrado en unos pocos centímetros de madera, escucha una radio antigua que lleva consigo y chupa de un cigarro apagado que le dura toda la jornada. Al cabo de las horas lo vuelvo a ver y apenas ha avanzado unos centímetros. Calculo que la casa tendrá unas 15 puertas y algo más en ventanas... yo lo veo feliz.

Después está Diana. Una chica muy uruguaya que anda por la treintena y estudia interiorismo. Es del interior del país,  y en un par de meses, cuando acabe los exámenes dejará su habitación. Es amabilísima y si no está estudiando está viendo telenovelas argentinas. A veces hace las dos cosas al mismo tiempo. Hace un rato me ha llamado a la puerta de mi habitación para ofrecerme pizza. Me temo que no tengo más datos al respecto.

Menos datos aún tengo de los otros habitantes de la casa. Se trata de dos hermanos, un chico y una chica colombianos que viven en la misma habitación en sendas camas. A veces me los cruzo y parecen amables... tengo hasta ahí.

El ambiente general del piso es tan tranquilo que llega a lo lúgubre por la noche. La primera noche llegó a darme cierta impresión o canguele, como ustedes prefieran. El viento que golpeaba las ventanas y un reloj antiguo que da campanadas cada hora terminaron por completar el cuadro. El piso de arriba sigue ocupado por Lola, Eloiza, y su recién llegado novio James. Allí paso mucho de mi tiempo disfrutando de una convivencia más libre y familiar. Me hago el invitado pero termino fregando los platos y comprando la cerveza.

Es difícil saber qué es interesante contar cuando uno se encuentra en una situación en la que ir a comprar el pan es toda una aventura. Obviamente no se muere nadie de eso, pero la información por minuto que uno recibe hace que la más trivial de las experiencias se viva de forma especial. Trataré de imaginar qué es lo que más os puede interesar.

Sí, claro...  la noche de Montevideo es diferente. No es una noche española. No hay una zona para salir demasiado clara. En el centro están desperdigados los lugares interesantes pero suele haber una pequeña caminata entre uno y otro. No existe la cultura de bar que disfrutamos hasta la cirrosis en España. Es una salida tranquila al principio pero puede ser bastante menos tranquila al final, cuando se llega al "boliche".. La noche es bastante rockera. Ayer por la noche, después de tomar unas cervezas en la calle Tristán y escuchar tangos en "El Verde", terminamos en uno de esos boliches donde una banda andaba de jam tocando Beatles, Stones y demás música viejuna de la que me gusta. El bajista estaba de baja y no tuve más remedio que subirme al escenario y pasarme más de una hora de rocanroleo y molamiento musical. Casi me tienen que bajar del escenario a gorrazos. El boliche en cuestión casi se ve desde mi ventana, al igual que un estudio de grabación y unos locales de ensayo.

A los pocos días volvimos a dar una vuelta por el centro amenizando la caminata hasta allí con una botella de mi nueva marca de cerveza favorita Patricia. Hay que decir que la presencia policial en las calles es prácticamente nula y que beber en la calle está permitido. En la plaza del Consistorio, tienen una pantalla gigante donde proyectan los partidos de fútbol importantes y cualquier cosa de interés general. La gente se sienta en los escalones y se toma una cerveza mientras ve el partido o la película o lo que sea que el ayuntamiento estime oportuno. El sábado pasado, enmarcado en el mes oficial de la diversidad sexual, se proyectaba una película sobre transexuales con su pequeña charla posterior. Llegamos al final de la película y nos perdimos media charla. Después fuimos a una fiesta en un piso. No era una fiesta de cumpleaños cualquiera. El piso estaba sobre un bar cerrado. El dueño del piso y del bar cerrado son la misma persona, así que les deja a los inquilinos usar el bar para sus fiestas. Había una banda tocando (mal) un variado repertorio ochentero (peor). Para compensar al horrísono  grupo había cerveza gratis que uno se servía directamente del grifo, la presencia femenina llamaba la atención y en general la gente era muy amable con este extranjero que os escribe. Ser español todavía es un tanto exótico por aquí y te preguntan y te escuchan... Conocí a una chica amante de lo exótico que me terminó por llevar a un telo para explicarme en privado lo mucho que le gustaba lo distinto, el otro punto de vista, lo diferente, la otredad. Agradecido y emocionado volví a casa disfrutando de un bonito amanecer soleado.

Y bueno, voy a ir terminando que se me alarga la película. Me parece que me ha salido un texto un tanto inconexo pero como decía antes, es difícil escoger entre lo pertinente y lo interesante. Bueno, son las once y media de la noche y me voy a otra fiesta. No es que me apetezca mucho pero estoy ampliando mi exiguo círculo social (ehem)

Somos memoria y vosotros estáis en la mía. Todos los besos, abrazos y carantoñas que cada uno tenga a bien administrarse de mi parte. La próxima entrega de estás crónicas espero hacerla fotográfica, que ya sé que me leéis en diagonal. Seguiremos informando.

Víctor 

2 comentarios:

  1. Victor, bienvenido a mi paisito, hace 5 años que falto de el, 5 años que los he pasado en España y ahora en Brasil. Es gracias a blogs como el tuyo que puedo revivir la experiencia de estar en mi pais, y como no, conocer o descubrir cosas que por tan arraigadas ni sabia que estaban ahí.

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    1. Gracias JP, Espero que en España te hayan tratado tan bien como a mi me están tratando aquí. Me alegro de que te sirva para recordar tu tierra.

      Un saludo desde el Río de la Plata... vamo arriba!

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